Niña poeta, niña ajazminada,
de cutis de durazno y sonrisa de estrella.
Inteligente, con destellos de humor y de
ironía. Profundamente estudiosa de nuestra historia, destacadísima por sus
novelas. Discreta, de andar suave, como pidiendo permiso para hacerse ver, extraña
violeta en un mundo de ambiciones desmedidas y violencias sin fin. Ingenua, intuitiva,
ajena a premiaciones dudosas.
Perseverante, lectora
incansable, siempre presente con la palabra adecuada y justa. Blandamente amiga
en la creación, en sus cuentos que nos invitaban a pensar y reflexionar.
Fruta de un árbol
de desconocida especie, en un territorio de fieras y alacranes. En insólito
vuelo en un junio helado y gris, nos sorprendiste a todos. Tal vez la Primavera lloró ese día.
Estarás por
siempre, allí, en el Salón de Actos de tu amada Gente de Letras, escuchando a
los otros que todavía siguen el camino. Ya nos reuniremos todos…
Respetuosamente
SUSANA
BOÉCHAT
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